
Sol, luna y Tierra
Serie de las Mareas
En esta obra, la marea no es solo agua: es el pulso silencioso que conecta al sol, la luna y la tierra en un mismo gesto universal. Cada forma, cada color, cada desplazamiento dentro del cuadro responde a esa atracción invisible que gobierna la vida y los ciclos. Aquí, el movimiento no está pintado: late.
El sol aparece como un centro vibrante, expansivo, una energía que irradia presencia. La luna, más suave, más íntima, ejerce su influencia sutil: un magnetismo emocional que guía los ritmos internos. La tierra se vuelve territorio sensible, receptivo a ambas fuerzas, respirando al compás de un equilibrio antiguo.
Las figuras —abstractas, ondulantes, fluidas— evocan el vaivén del mar: suben, se desplazan, retroceden, como si el lienzo fuera un mapa de mareas interiores. Los colores no están elegidos por azar: cada uno sostiene un estado, una vibración. Hay zonas que empujan, zonas que atraen, como si la propia pintura obedeciera a una coreografía cósmica.
“Sol, luna y tierra” es una meditación visual sobre la relación entre los cuerpos y sus distancias, sobre los vínculos que nos mueven sin que los veamos. Habla del equilibrio inestable, del instante en que todo sube para después caer, del modo en que la gravedad —externa o emocional— nos arrastra y nos ordena.
En esta pieza, escucho y siento el ritmo del universo y lo traduzco en gesto: pinceladas que respiren, formas que fluctúen, movimientos que se repitan como un mantra. Es, a la vez, una obra íntima y expansiva: un recordatorio que nuestras mareas personales también responden a ciclos mayores, que nos atraviesan sin pedir permiso.
Sol, luna y Tierra es una obra en oleo sobre papel entelado, montada en espacial color madera. Mide 65cm x 50cm (más el enmarcado)
Pertenece a la Serie de las Mareas
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